Carezco
de las técnicas malabares
del prestidigitador
para poder sacar de la manga
en el momento más idóneo
la mejor baza de la baraja
y sonreír con destreza
a palabras emitidas
con vehemencia
Carezco
de agilidad mental
para convertir cualquier salida
de tono en algo irrisorio
para la audiencia
Carezco
del sentido del humor
necesario
para que cuando alguien
me dispare dardos
pueda yo transformarlos
al momento
en ágiles mariposas
risueñas revoltosas
Carezco
de esa varita mágica
adecuada
a fin de que en unos segundos
pueda desviar exabruptos
palabras inoportunas
apreciaciones injustas
Carezco
de dichos recursos.
Cuando me hieren en el alma
necesito un tiempo para encajar el golpe
en lo más hondo de mi dermis
Mientras tanto, trato de recomponerme
una risa de circunstancias, aquí no ha pasado nada
Más tarde a solas las lágrimas brotan
y si merece la pena, si el público es el elegido
se le informará del daño causado
por las extemporáneas palabras
inocentes, innecesarias, dirigidas a
este aprendiz de malabarista
Toya
La balanza de la sensibilidad está ajustada. Los sentimientos son intensos para el disfrute y para el dolor.
Tapar los oídos, levantarse e irse. Una varita que aminore el daño de unas palabras sin mala intención, que se repiten en nuestros pensamientos. Yo también la necesito.
Un abrazo
Stella Maris
Gracias por tus palabras, Toya