Palabras todas ellas derivadas de la raíz griega poiéo= hacer, fabricar.
En los últimos tiempos la elección poeta o poetisa para designar a la mujer que escribe versos es objeto de muchas y a veces crudas polémicas.
Si nos atenemos al Diccionario panhispánico de dudas, la palabra “poeta” pertenece al grupo de palabras con género masculino que se refieren a seres de ambos sexos, si bien es cierto que, en este caso concreto “poetisa” era el femenino tradicional.
Hoy en día se admiten, para la forma femenina, tanto poeta como poetisa reivindicadas, respectivamente, por dos corrientes feministas: la que prefiere poeta para alejarse de la acepción de “sensiblera” que antaño tenía la forma “poetisa” y recuperar la universalidad primigenia de “poeta”, y aquella que defiende el término poetisa como reivindicación de la identidad femenina.
Si se trata de buscar alternativas para la palabra “poeta”, hay que tener en cuenta que pocos sinónimos son perfectos pero los hay más ajustados que otros al significado de la palabra que se quiere suplir.
En este caso, los más cercanos son “lírico”, “vate”, “versificador”, “versista”, “rimador”, “juglar”, “trovador”, “aedo”, “bardo” y “rapsoda”, aunque actualmente están en desuso.
Vate, concretamente, tiene hoy en día en día una connotación grandilocuente debido a la primera acepción de este término que significa “adivino”.
A su vez, aedo (cantor épico de antigua Grecia), bardo (poeta de los antiguos celtas) y rapsoda (recitador ambulante que en la Grecia antigua cantaba poemas homéricos u otras poesías épicas) son términos demasiado específicos de una época y de una comunidad que ya no responden al significado actual de poeta.
Lo mismo ocurre con juglar (hombre que por estipendio o dádivas recitaba o cantaba poesías de los trovadores, para recreo de los reyes y de los magnates) y con trovador (poeta provenzal de la Edad Media, que escribía y trovaba en lengua de oc).
Leer versos o leer poemas
Aunque un verso es ‘la palabra o conjunto de palabras sujetas a medida
y cadencia’ y un poema se define como ‘obra poética normalmente en
verso’, el uso de verso por poema está muy extendido y comúnmente
aceptado, y responde a la figura retórica de la sinécdoque, que consiste
en designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa.
Poética: sustantivo o adjetivo
Conviene recordar las dos acepciones de esta palabra. Mientras que
el sustantivo poética se refiere al ‘conjunto de principios o de reglas,
explícitos o no, que observan un género literario o artístico, una escuela o
un autor’ (como, por ejemplo, «Hizo su tesis sobre la póetica de César»),
el adjetivo poética designa lo que ‘manifiesta o expresa en alto grado
las cualidades propias de la poesía, en especial las de la lírica’ (como
en «La puesta de sol en el Palacio de Oriente es muy poética»
Leer, recitar, declamar
¿Leer, recitar o declamar un poema?
El Diccionario de la lengua española define de la siguiente manera
estos verbos:
Leer: Entender o interpretar un texto de determinado modo.
Recitar: Referir, contar o decir en voz alta un discurso u oración.
Declamar: Recitar la prosa o el verso con la entonación, los ademanes
y el gesto convenientes.
Como se puede ver, lo que más diferencia a los dos primeros verbos
del último es el carácter gestual explícito de declamar del que carecen
leer y recitar. De hecho, la mayoría de las informaciones sobre eventos
poéticos hablan de leer y recitar, y no de declamar, que se asocia más a
la figura del actor. Pero, aunque se use poco el verbo declamar aplicado
a los poetas, hay que tener en cuenta que sí que hay algunos poetas
que declaman sus poemas.
Expresiones:
Ser algo (todo) un poema:
Es una expresión que se utiliza para referirse a lo que es ridículo, excesivo o fuera de lugar. En América se usa a veces con valor positivo.
La Biblia en verso:
Esta locución se usa para referirse a un proyecto o a una obra de exageradas, aburridas y farragosas dimensiones. Tiene su origen en la desmedida tarea del catalán José María Carulla (1839-1912), que versificó cuatro de los setenta y dos libros de los que consta la Biblia, cargándolos de ripios y rimas forzadas.
El parto de los montes:
Tal y como la define el Diccionario de la lengua española, esta expresión se utiliza para referirse a ‘una cosa fútil y ridícula que sucede o sobreviene cuando se esperaba o se anunciaba una grande o de consideración’. El parto de los montes es el título de una fábula de Esopo en la que se narra cómo los montes infunden el pánico por sus grandes señales de estar a punto de dar a luz, pero, finalmente, paren un pequeño ratón. En su Epístola a los Pisones, Horacio se sirve de dicha expresión para referirse a los poetas cuyos versos iniciales son demasiado pretenciosos y ponen en evidencia la mediocridad del resultado final.
Poetas duendes o memorillas:
Así se les llamaba, en el Siglo de Oro, a los piratas literarios que se aprendían de memoria las obras de teatro durante las representaciones y luego las dictaban al salir y las vendían. Fueron la pesadilla, entre otros, de Lope de Vega.
Refranes sobre poetas:
El poeta nace, no se hace. Alude a la idea de que ser poeta es un don
innato, que no se puede adquirir.
De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Todos los seres humanos actúan de forma irracional en determinadas circunstancias, como se supone que hacen los músicos, los poetas y los locos.
Ni poeta con dinero ni mujer sin pero. Tradicionalmente la figura del
poeta siempre se ha asociado con la pobreza, al igual que la mujer,
para los misóginos, siempre tiene defectos.
Dámelo poeta, y te lo daré sin una peseta. Como consecuencia de su
pobreza, uno de los tópicos que circulan sobre el poeta es el de pedigüeño.
Fuente: Fundación del español urgente.
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