Safo de Lesbos

650 a. C.-580 a. C

Safo de Mitilene, también conocida como Safo de Lesbos o simplemente Safo, (en griego, Σαπφώ; en eolio, Ψάπφω) (Mitilene, Lesbos, 650 a. C. -Léucade, 580 a. C.) fue una poetisa griega de la época arcaica. Más tarde los comentaristas griegos la incluyeron en la lista de los «nueve poetas líricos».
Poco sabemos de ella. Su obra nos ha llegado de forma muy fragmentaria, aunque algunos escritores posteriores nos han dejado noticias dispersas sobre su persona. Nos dicen, así, que nace en el seno de una familia de la aristocracia local y, por motivo de las luchas de poder internas, la exilian por un breve período de tiempo a Sicilia. Tras el destierro regresa a su isla y se asienta en la capital, Mitilene. Mas otros eruditos alegan que tal vez nunca salió de la isla y que el exilio debió de ser en un lugar remoto de la misma.
Quiere la tradición que en Mitilene, al regreso de su supuesto exilio, funde un círculo de mujeres, La Casa de las Servidoras de las Musas, a donde se piensa que acudían las hijas de la mejor sociedad lesbia a aprender y recitar poesía, confeccionar guirnaldas,… Hay quienes defienden que el carácter de este círculo era religioso y que estaba dedicado a atender el culto a la diosa Afrodita. Pero ninguna de las dos hipótesis, hoy por hoy, puede imponerse a la otra. La misma autora nos da noticias de otros dos círculos femeninos, el de Andrómeda y el de Gorgo, con los que debía competir para atraer a las muchachas.
Safo siente especial devoción por Afrodita, la diosa del amor. Le dedica un bellísimo poema que nos ha llegado completo. En él invoca a la diosa, para que acuda en su carro tirado por gorriones y sea su aliada en una lid amorosa.
Eros, junto a su madre Afrodita, es la divinidad patrona del Amor en su vertiente física. Al cual en un afortunado epíteto nuestra poeta moteja como glykýpikron, dulciamargo o agridulce. Y también como el que afloja los miembros, quien nos hace temblar y desfallecer.
Descubrimos en Safo a una mujer sensual y tierna que confiesa que para ella lo más bello sobre la tierra no es un pelotón de infantería en combate, ni una escuadra naval, ni la carga de un escuadrón de carros, como se pensaba en la sociedad aristocrática y militarista de su época. Para ella, lo más bello sobre la negra tierra es aquél o aquélla a quien una ama.
A pesar de sus declarados amores homosexuales, se cree que Safo se casó y tuvo una hija, a la que llama Cleis y dedica cariñosos versos.
En 2004 fue encontrado un papiro en el que los filólogos descubrieron unos versos atribuidos a Safo, que nos sigue escribiendo desde la muerte gracias a estos papiros reutilizados para envolver momias. Se nos muestra ya casi anciana, blanca su cabellera. Pero exhorta a sus “pupilas” a que dancen y disfruten de los dones de la vida.
Los antiguos le inventaron una muerte novelesca adecuada a su poesía. Enamorada de un tal Faón, que no la correspondía, decidió poner fin a su vida arrojándose al mar por un acantilado que había en el cabo de Leúcade, vecino a un templo consagrado a Apolo. Así ha sido pintada por muchos artistas como Taillasson (1745-1809), Guerin, Moreau o Delaunay (1828-1891), que retrata a la poeta besando su lira como despedida antes de arrojarse a la mar, en sus pies la corona de laurel con la que la habían coronado por sus versos.
Tan romántica muerte contrasta un poco con los poemas de la propia Safo en la que, postrada enferma en su lecho, exhorta a su hija a que no se ponga triste por su enfermedad. En esa casa, la suya, no deben escucharse lamentos. Está consagrada a las Musas.
Esta versión tan “patética” de su final se recogió bien pronto en la literatura clásica, como prueba que el latino Ovidio le dedique la Heroida XV, en la que la artista escribe una desesperada carta a su amado.
La figura del tal Faón, personaje oscuro vinculado al culto de Afrodita, se asoció muy pronto con la persona de Safo de tal modo que acabó imponiéndose esta muerte novelesca a causa de un amor despechado, muy alejada seguro de la causa real de la muerte de la escritora.
Injustamente tratada por la tradición judeocristiana a causa del llamado “amor sáfico” o “lésbico”, por su isla de origen, fue muy apreciada por figuras como Platón, Aristóteles, Catulo, Ovidio, Petrarca, Byron o Leopardi.

En la antigüedad
Sus poemas se recitaban y conocían en la Atenas del s. V a. C. Platón la llamó la décima musa. Dionisio de Halicarnaso la nombrará como el mejor exponente de la lírica. Más tarde, en Roma, los poetas latinos alaban sus poemas. Su poesía sirvió de fuente de inspiración a poetas, como los latinos Catulo y Horacio. A partir de la época alejandrina se intentó conservar su obra y descubrir nuevas partes. Catulo dirige sus poemas a su amada Lesbia, en clara alusión a Safo, que admiraba. Y utilizará la estrofa sáfica en su poesía. El discurso de Cicerón contra Verres, acusado de robar un busto de Safo, muestra también su popularidad.
A partir de finales del siglo XVI el endecasílabo sáfico comenzó a utilizarse como estrofa independiente, así es usado por Luis de Góngora en la Fábula de Polifemo y Galatea.

En el Romanticismo
En 1840 se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid la ópera Safo de Giovanni Pacini, que dio lugar a una semblanza de la poeta por el Semanario Pintoresco Español, que contribuyó a popularizar su figura. La imagen de una heroína romántica que se suicidaba por amor fue ampliamente difundida en el Romanticismo. Las escritoras románticas se escudaron en ella para validar la autoría femenina, Gertrudis Gómez de Avellaneda, que le dedica una estampa literaria en su serie Galería de mujeres ilustres, Carolina Coronado en sus Cantos de Safo, en los que quería recuperar su memoria y Rogelia León en un poema en que el yo lírico es Safo lamentándose de la predilección que los hombres muestran hacia las mujeres bellas y sin talento. La dramaturga María Rosa Gálvez escribió una tragedia en que recreaba los últimos momentos de la poeta antes de su suicidio.

En el siglo XX
Con las aportaciones de los papiros hallados a finales del siglo XIX y siglo XX, Safo vuelve a ser leída. Así Hilda Doolittle y Ezra Pound la utilizaron como modelo de concisión propia del imaginismo. Doolittle escribió en fragmentos a la manera sáfica. En Italia sirvió como modelo para los poetas herméticos, que buscaban la esencialidad en la poesía. La edición canónica de los poetas lesbios fue publicada en 1955 por Lobel y Page: Poetarum lesbiorum fragmenta. Esta edición y traducción conformó una visión diferente de la poeta. Perdió su leyenda para convertirse en una autora real.

Obra poética:
No existen muchos datos biográficos sobre ella, y solo se conocen algunos poemas y fragmentos extraídos de citas tardías (tradición indirecta) y de papiros. De hecho, prácticamente todo lo que se sabe de su vida se dedujo de sus poemas. El contenido amoroso de sus poemas propició toda clase de habladurías y rumores sobre su vida.
Safo y su compatriota Alceo son considerados los poetas más sobresalientes de la poesía lírica griega arcaica, de la que Terpandro y Arión son precedentes. Son, además, los únicos representantes de una producción literaria lesbia.
Su obra estaba compilada en la biblioteca de Alejandría en nueve libros, que eran copiados, traducidos y usados para la enseñanza hasta que el papa Gregorio VII en 1073 ordenó quemar todos los manuscritos por considerarlos inmorales.
Escribió en dialecto eolio y creó, o al menos popularizó, una estrofa, la sáfica. Se han conservado también ejemplos de lírica popular en algunos epitalamios, cantos nupciales —adaptaciones de canciones populares propias de los amigos del novio y de la novia que se improvisaban en las bodas—. Estas canciones se diferenciaban del resto de sus poemas, más intimistas y cultos, para los cuales creó un ritmo propio y un metro nuevo, la estrofa sáfica. Su tema principal eran sus sentimientos y el amor, propiciado por la diosa Afrodita. La sensibilidad y delicadeza son las protagonistas de sus poemas; sentimientos encontrados con su círculo de mujeres, como los celos, el amor, la decepción, la alegría y la rivalidad, son plasmados en su total extensión. El mundo sáfico es un mundo femenino.
El trabajo de la décima musa es el producto de la derivación de la lírica tradicional, popular o preliteraria griega de los siglos VII y VI a. C. que se convertiría en la lírica literaria. Esta distinción se debe a las diferencias del carácter oral y tradicional de la primera y el carácter escrito de la segunda que surgió, a propósito, a la par con la difusión de la escritura en el siglo VII a. C. Por otra parte, las características y temas a tratar que adopta la lírica literaria de la tradicional son esencialmente las mismas solo que esta vez se hallan más concentradas en los motivos de un yo individual. El éxito, en gran parte, de la poesía de Safo radica en la adopción del amor como tema personal. Por lo tanto, las situaciones creadas serían temporalmente cercanas a sí y a la audiencia. De ahí que fue necesario crear una forma de expresión adecuada para expresar sus sentimientos más íntimos, de manera que sus composiciones podían distinguirse por una fuerte presencia del yo que canta y ese yo autorreferencial que está frecuentemente situado en el tiempo y en el espacio.
Safo habla en sus poemas de la pasión amorosa que se apodera del ser humano y se manifiesta en diversas formas, como los celos, el deseo o una intangible nostalgia. Ejemplo de esto se encuentra en el Himno en honor a Afrodita, el único poema que nos ha llegado completo de toda su obra. Podría considerarse como una oración, una súplica dirigida a la diosa del amor para conseguir su ayuda y lograr así el amor de su enamorada. Parece que no es la primera vez que Safo invocaba a la diosa para esto mismo, en el poema Afrodita habla directamente a Safo y le pregunta por los motivos por los que la llama de nuevo. La descripción de la diosa bajando del cielo en su carro rodeada de alegres gorriones, sonriendo responde a una de las imágenes más evocadoras de la diosa.
En 2004 fueron hallados nuevos fragmentos de Safo, que amplían y mejoran sustancialmente uno de los que ya se existían de ella. En este nuevo fragmento ampliado, Safo se lamenta del paso de tiempo y plasma de forma magistral los efectos de la vejez en su cuerpo y carácter utilizando el mito de Títono, el enamorado de Eos, la Aurora, la diosa de dedos rosados, quien pidió a los dioses que convirtieran a Títono en inmortal, pero olvidando pedir para él la eterna juventud. Como consecuencia de ello, Títono es el eterno viejo, no se muere nunca, pero siempre se va haciendo más viejo. Se trata de un símil con el que Safo se identifica, puesto que en su calidad de educadora se ve como Títono frente a sus alumnas siempre de la misma edad, siempre inmortales de alguna forma.
Casi todos sus poemas nos han llegado lamentablemente de forma fragmentaria por vía indirecta, es decir, gracias al testimonio de otros autores que los mencionan. Uno de entre ellos es aquel en el que describe lo que podrían considerarse «síntomas de la enfermedad del enamoramiento», aplicable a todo enamorado, del que contamos con una maravillosa versión del poeta latino Catulo, y el fragmento en el que dice que no hay en el mundo nada más maravilloso que el ser a quien uno ama.

Selección poética:

Himno en honor a Afrodita

1
Inmortal Afrodita, la florida,
artera hija de Zeus, te lo suplico,
no atormenten mi espíritu, señora,
penas ni angustias,
mas ven aquí, como también antaño
unciste tu áureo carro y de la casa
de tu padre saliste al escuchar
mi voz lejana;
llévante unos ágiles gorriones
hacia la negra tierra desde el cielo
y el veloz movimiento de sus alas
pronto te trajo;
y tú, bendita diosa, sonreías
con tu faz inmortal y preguntabas
qué me ocurre otra vez, por qué de nuevo
vuelvo a invocarte
y qué es lo que deseo que suceda
a mi alma loca. «¿A quién persuadir debo
a que acepte tu amor? ¿Quién mal contigo,
Safo, se porta?
Porque, si hoy huye, pronto irá tras ti;
si regalos no acepta, los hará;
y, si hoy no te ama, pronto te amará
aunque no quiera».
Ven también ahora a mí, de mis congojas
crueles sálvame y haz lo que mi ánimo
cumplido quiere ver y así tú misma
sé mi aliada.


Traductor: Manuel Fernández Galiano

El más célebre de sus poemas es el que canta las emociones que la embargan al observar a una de sus amadas, sentada ante un hombre al que parece cortejar:

31
Que es igual a los dioses me parece
el hombre que a tu vera está sentado
y tu hablar dulce y risa silenciosa
oye de cerca;
ello hace que en mi pecho el corazón
se pare; porque, al verte solamente
un momento, la voz no me obedece
y se me traba
en silencio la lengua y un sutil
ardor corre debajo de mi piel,
no ven mis ojos, mis oídos zumban
y un sudor frío
mi cuerpo todo invade y un temblor
y me pongo más verde que la yerba
y creo enteramente que a morirme
voy en seguida.
Pero todo tendrás que soportarlo,
pues ha de ser así. (Siempre supiste),
(Safo, que a claro sol sucedería)
(la negra noche)


Traductor: Manuel Fernando Galiano
Trece poemas reconstituidos del libro I, 1979

Poema de amor
Igual parece a los eternos Dioses.
Quien logra verse frente a Ti sentado:
¡Feliz si Goza tu Palabra Suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el Corazón se oprime.
Sólo en mirarte: ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir; y rota
Calla la lengua
Fuego Sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre: los inciertos ojos
Vagan sin Rumbo, los oídos hacen
Ronco Zumbido
Cúbrome toda de Sudor helado:
Pálida quedo cual marchita hierba
y ya sin Fuerzas, sin Aliento, Inerte
Parezco muerta.

Traducción de Marcelino Menéndez Pelayo

Fragmentos:

Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
…………
de amor a un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor.
………..
Eros ha sacudido mis entrañas
como un viento abatiéndose en el monte
sobre las encinas.
………..
De nuevo Eros, que los miembros afloja, me sacude,
una fiera dulciamarga, imbatible.
……….
… las doncellas traen un hermoso peplo
y a tu altar se agrupa junto a ellas
la apretada fila de mujeres…
………..

cuánto de bueno y de bello hemos pasado juntas
Deseo morir, sinceramente.
Ella me ha abandonado derramando
un arroyo de lágrimas. Y me dijo
“¡Ay de mí! ¡Cuán terribles penas nos asolan!
Safo, con el alma lo digo, te abandono muy a mi pesar”.
Y yo le respondí
“Parte contenta y acuérdate de mí
pues sabes cómo te he mimado (…) y no olvides
cuánto de bueno y de bello hemos pasado juntas”.
………

Se ha ocultado la luna
También las Pléyades
Es la media noche y las horas se van deslizando,
y yo duermo sola.


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