Me quisiste confundir, malandrín.
Me hablabas del amor efímero, con metáforas poéticas y esmerada prosa: todo perece fatalmente. Así aquello que existe hoy en la naturaleza quién sabe si perdurará mañana. Contempla esta magnolia de pétalos turgentes ¡ qué mustios estarán al día siguiente !
Observa esta flor-esperpento hoy, de una bella forma que fue presente ayer. Creí que hacías elogio del amor duradero, del auténtico. Parecía que espiases y te adentrases
-experto buceador-
en las profundidades sentimentales de tu alrededor y sólo encontrases falsedades. Tú que buscabas lo sentido
(tesoro inestimable)
Yo me dejé llevar por ese sentir a tu lado, diciéndote hartas veces que era nuevo, deslumbrante y que había que cuidarlo. Era un prodigio insólito, un milagro.
Y cuando, impulsada por mi entusiasmo amoroso quise saber más de tus íntimos sentimientos para conmigo, te mutaste en dos:
Un merodeador acorralado pillado en falta con el rostro muy pálido.
Un boxeador exhausto contra las cuerdas del ring lanzado.
Me pareció que musitabas:
qué pregunta, qué sé yo de correspondencias
Me queda muy grande la respuesta…
Instantes sentimentales
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