Ernesto Cardenal

1925- 2020

Granada, 20-enero-1925/Managua, 1-marzo-2020

Ernesto Cardenal Martínez, Ernesto Cardenal, fue un poeta, sacerdote, teólogo, escritor, traductor, escultor y político nicaragüense. Fue uno de los más destacados defensores de la Teología de la Liberación en América Latina y Ministro de Cultura del gobierno surgido de la Revolución nicaragüense, tras su triunfo el 19 de julio de 1979, hasta 1987.
Su participación directa en la política, que le llevó a militar en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, a ser ministro de Cultura ya en el primer gobierno sandinista tras el derrocamiento del régimen dictatorial de los Somoza (aunque más tarde renegaría del sandinismo visto el autoritarismo, la corrupción y el alejamiento de sus ideales por parte del régimen de Daniel Ortega), su condición de sacerdote (antes fue monje trapense) comprometido en la lucha contra las desigualdades y la injusticia –esto y lo anterior se superponen hasta la indistinción–, con la Teología de la Liberación, compromisos que harían que Juan Pablo II le suspendiera a divinis en 1984 por su actividad política. Absuelto y rehabilitado en 2019 por el papa Francisco, Ernesto Cardenal ha sido, figura muy relevante, no sólo en el mundo hispano, también a escala internacional.
Autor de una extensa obra, que incluye numerosos ensayos sobre teología, política, poesía, y varios tomos de memorias.


Ernesto Cardenal poeta:
Como él mismo declaró en diferentes ocasiones, fue su maestro José Coronel Urtecho quien lo introdujo en la poesía norteamericana; de hecho, en 1963 ambos publicaron una extensa Antología de la poesía norteamericana. Así, Cardenal conoció la poesía de Walt Whitman y la de Ezra Pound, que va a ser una de las influencias significativas, si bien desde una posición política muy diferente.
Por Pound, Cardenal llegó a los latinos Catulo y Marcial. Del primero de estos, sobre todo, aprendió el alejamiento de las formas, el léxico, etc., que la tradición impone y daría lugar a Epigramas (1961), donde, como en aquel, la voz se dirige a un tú no indeterminado, sino con nombre propio, y no hay nada de retórica preciosista, sino texto legible por cualquiera, de ahí que el primero de los poemas (léase aquí mismo “Te doy, Claudia, estos versos”) lo declare explícitamente. Un libro en el que tampoco faltará lo político.
A Coronel Urtecho y Cardenal se debe ya en la década de los 50 el término exteriorismo, que implica la salida del subjetivismo, de la expresión de lo íntimo, del simbolismo, para escribir unos poemas que estén enraizados en la realidad política, económica, histórica, haciendo suyos asuntos que pertenecerían al periodismo y, más en general, a otros campos de la prosa.
A partir de aquí, la poesía de Cardenal va a experimentar un continuo crecimiento. Como sucede en “The Cantos”, su escritura va a recurrir ya no a la tradición poética, sino a todo tipo de documentos, de los que se incorporarán citas en ocasiones extensas, nombres, fechas, etc., de manera que la voz poética vendrá a ser, o querer ser, la voz de la realidad y de la historia –ya es así en Poemas documentales, textos de la década de los 50–; más adelante adquirirá su importancia la incorporación del discurso científico, sin faltar, naturalmente, lo religioso. Así, la palabra de Cardenal es la de Nicaragua, por extensión la de Hispanoamérica y todavía más allá la voz del mundo, la voz del presente y la del pasado. Pero también es la voz que habla del futuro. En los poemas de “Gethsemany, Ky”, escritos durante su estancia en la comunidad trapense de Kentucky, su mirada es ya ecologista, cuando esa preocupación que es hoy urgencia era rara, lo que hace que esta poesía sea pionera. El mundo animal, aves, insectos –que son también figuras de los haikus–, es nombrado, pero también “latas vacías y colillas apagadas” y de lo próximo a la historia del cosmos: «plantas que antes fueron hombres / y antes plantas y antes fósforo, nitrógeno y potasa” y en fin “en hidrógeno nos hemos de convertir”, sin que falte el hombre de fe: “siento que hay Algo más en esta nieve”.
Es también el creyente quien en Salmos (1964) habla con voz bíblica a Dios, a quien sabe cómplice de los torturados, de los perseguidos, de los eliminados en Auschwitz y tantos otros lugares y le reclama para la lucha: “Dios de las venganzas / ¡muéstrate!” o le canta como artífice de la creación. En El estrecho dudoso (1966) son los indios, los conquistadores, los colonizadores quienes pueblan los poemas, en los que las citas de las crónicas abundan y la historia acontecida así como la narración histórica entran en una relación dialéctica que el canto épico supera.
Aunque la obra poética de Cardenal es extensa, la intensidad, la fuerza poética no la abandonan en ningún momento. Ya se centren los poemas en un hecho particular, como en Oración por la muerte de Marilyn Monroe (1965), ya la voz emprenda la tarea de contar la historia del universo como sucede en Canto cósmico (1989), donde lo mítico de los relatos cosmogónicos de diferentes cultural se alía con las menciones del Big Bang y “el principio de incertidumbre de la Mecánica Cuántica” de la ciencia contemporánea, “Ya todo confundido con el Todo, y las personas con la Persona / en un todo que es Persona / y Persona que es Amor”.
Es desde ahí, desde el amor a las gentes, a la vida, al planeta con sus plantas y animales, de donde parece surgir siempre la voz de Ernesto Cardenal y de ahí su dicción clara, su palabra escrita para que se le entienda, una palabra en la que la emoción y la verdad están siempre presentes. Ernesto Cardenal, uno de los grandes de la poesía nicaragüense, de la poesía en habla española, un grande de la poesía universal.

Premios y distinciones:
• Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán (1980)
• Reconocimiento Internacional Foca Mediterránea – Premios Ondas Mediterráneas (2005)
• Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009)
• Miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua (2010)
• Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2012)
• Doctor honoris causa por la Universidad de Huelva (2012)
• Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña (2014), que otorgan el Ministerio de Cultura y la Presidencia de la República Dominicana, recibido durante el acto inaugural de la XVII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2014 (FILRD),20 junto con el escritor Eduardo Galeano de Uruguay.
• Doctor honoris causa por la Universidad de Valparaíso (2014)
• Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío por el gobierno de Nicaragua máximo premio y reconocimiento otorgado por Nicaragua.
• Premio Mario Benedetti por la Fundación Benedetti de Uruguay (2018).

Obra poética:
Ansías y la lengua de la poesía nueva nicaragüense, 1948
Hora 0, 1957
Gethsemani Ky, 1960
Epigramas, 1961; reeditado por Trotta, Madrid, 2001
Salmos, 1964; reeditado por Trotta, Madrid, 1998
Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, 1965
El estrecho dudoso, 1966
Mayapán, 1968
Homenaje a los indios, 1969
Antología, 1972
Canto nacional, 1973
Oráculo sobre Managua, 1973
Canto a un país que nace, 1978
Tocar el cielo, 1981
Vuelos de victoria, 1984
Quetzalcúatl, 1985
Los ovnis de oro, 1988
Cántico cósmico, 1989; reeditado por Trotta, Madrid, 2012, Reeditado por Editora Patria Grande 2013
El telescopio en la noche oscura, Trotta, Madrid, 1993
Antología nueva, Trotta, Madrid, 1996
Versos del pluriverso, Trotta, Madrid, 2005
Pasajero de tránsito, Trotta, Madrid, 2006
El celular y otros poemas, Del Centro Editores, 2012; contiene, además del poema que título al libro, cuanto inéditos; edición de lujo con ilustraciones de Walter Canevaro; tirada única de 100 ejemplares numerados y firmados por este último.
Hidrógeno enamorado, antología, edición conjunta de la Universidad de Salamanca y el Patrimonio Nacional, 2012; la portada reproduce un retrato de cardenal realizado por el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín
Dos en uno, libro-disco editado por Fundación Autor de la Sociedad General de Autores y Editores de España y la Universidad Veracruzana de México.
Somos polvo de estrellas, antología, con prólogo del poeta chileno Jaime Quezada; editorial del Centro Nicaragüense de Escritores, Managua, 2013
• Poesía Completa Tomo I, Editora Patria Grande, 2007
• Poesía Completa Tomo II, Editora Patria Grande, 2007
• Poesía completa, Trotta, Madrid, 2019

Fuente: wikipedia

Selección de poemas:

Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

 

Me contaron que estabas enamorada de otro
y entonces me fui a mi cuarto
y escribí ese artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.

Epigramas

Muchachos de La Prensa

Muchachos que salían a diario fotografiados en La Prensa acostados
con los ojos entrecerrados, los labios entreabiertos
como si se estuvieran riendo, como si estuvieran gozando.
Los de la horrenda lista.

O bien salían serios en sus fotitos de carnet, de pasaporte,
tal vez profundamente serios.
Muchachos que aumentaban a diario la lista del horror.

Uno fue a dar una vuelta por el barrio
y lo hallaron tirado en un predio montoso.
O salió para el trabajo, de su casa del barrio San Judas,
y no volvió más.
El que salió a comprar una Coca Cola a la esquina.
El que salió a ver a su novia y no volvió.
O sacado de su casa
y llevado en un jeep militar que se hundió en la noche.
Y después encontrado en la morgue,
o a un lado de la carretera en la Cuesta del Plomo,
o en un basurero.
Con los brazos quebrados,
los ojos sacados, la lengua cortada, los genitales arrancados.
O simplemente nunca aparecieron.
Los llevados por la patrulla del “Macho Negro” o de “Cara e’ León”
Los amontonados en la costa del lago detrás del Teatro Darío.

Lo único que quedó a las mamás de sus físicos,
la mirada brillantes, la sonrisa, planas, en un papel.
Cartulinas que las mamás mostraban como un tesoro en La Prensa.
(La imagen grabada en las entrañas: en esa cartulinita chiquita).
El del pelambre despeinado.
El de los ojos de venado asustado.
Este risueño, picaresco.
La muchacha de mirada melancólica.
Uno de perfil. O con la cabeza ladeada.
Pensativo uno. Otro con la camisa abierta.
Otro con bucles. O con el pelo en la cara. Con boina.
Otro borroso sonriendo debajo de sus bigotes.
Con la corbata de graduación.
La chavala sonriendo con el ceño fruncido.
La chavala en la foto que andaría su novio.
El muchacho en pose en la foto que le daría a su novia.

De veinte, de veintidós, de dieciocho, de diecisiete, de quince años.
Los jóvenes matados por ser jóvenes. Porque
tener entre los quince y los veinticinco años en Nicaragua era ilegal.
Y pareció que Nicaragua iba a quedar sin jóvenes.
Y después del triunfo hasta me sorprendí a veces, de pronto,
ante un joven que en una concentración me saludaba
(yo preguntándole en mi interior: “¿Y vos cómo escapaste?”)
Se les temió por jóvenes.

Ustedes los agarrados por la guardia. Los “amados de los dioses”.
Los griegos dijeron que los amados de los dioses mueren jóvenes.

Será, pienso yo, porque los siempre quedaron jóvenes.
Los otros podrán envejecer mucho pero para ellos
aquellos estarán siempre jóvenes y frescos,
la frente tersa, el pelo negro.
La romana de pelo rubio que murió quedó siempre rubia en el recuerdo.

Pero ustedes, digo yo, no son los que no envejecieron
porque quedaron jóvenes (efímeramente) en el recuerdo
de los que también morirían.
Ustedes estarán jóvenes porque siempre habrá jóvenes en Nicaragua
y los jóvenes de Nicaragua serán ya todos revolucionarios, por
las muertes de ustedes que fueron tantos, los matados a diario.
Ellos serán ustedes otra vez, en vidas siempre renovadas,
nuevos, como nuevo es cada amanecer.

Como latas de cerveza vacías y colillas

Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarros apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y música de radios…
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de las radios que pasan de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.


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