Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos
Madrid, 14 de septiembre de 1580 -Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, de septiembre de 1645, Francisco de Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro. Se trata de uno de los autores más destacados de la historia de la literatura española, conocido especialmente por su obra poética, aunque también escribió narrativa, teatro y diversos opúsculos filosóficos, políticos, morales, ascéticos, humanísticos e históricos.
Ostentó los títulos de señor de Torre de Juan Abad ,obtenido en 1620, después de no pocas dificultades y caballero de la Orden de Santiago (su ingreso se hizo oficial el 29 de diciembre de 1617), mediante cédula real firmada por Felipe III, y el título fue despachado el 8 de febrero de 1618.
Literaria y personalmente, Quevedo y Góngora fueron enemigos. En el caso del Quevedo satírico, lo atacó con el celebérrimo soneto, en el que parodia su prominente nariz: A una nariz.
En todo caso, tanto Góngora como Quevedo representan el culmen del soneto en la lengua castellana.
Líricos barrocos ambos, el conceptismo de Quevedo basado en los contrastes, hipérboles y sátiras dirigidas al fondo de sus versos, a veces convertidos en verdaderas caricaturas. Posee muchos sonetos satíricos contra Lope, Góngora, contra costumbres, contra ciudades, contra familias…
Culteranismo y conceptismo, son la doble cara de una misma moneda barroca, la del bien hacer literario con palabras en donde el peso recae en un caso en el fondo y en el otro en la forma expresada por los autores.
Poesía:
La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, presenta ejemplos de casi todos los subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral heroica, circunstancial, descriptiva, religiosa y fúnebre. Aproximadamente, un 40 % de sus textos son satíricos; si a ello se le añade el hecho de que muchos de ellos circularon públicamente en vida del autor a través de copias manuscritas, se explica la fama de crítico severo y mordaz de su época con que se conoce, en parte, a Quevedo.
La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida con el nombre de
- Primera parte de las flores de poetas ilustres de España. De forma póstuma, la mayor parte de sus poemas aparecieron publicados en dos obras:
- El Parnaso español, 1648
- Las Tres Musas Últimas Castellanas, 1670
Fuente: PARAÍSO CERRADO Poesía en lengua española de los siglos XVI y XVII. Galaxia Gutenberg, 2003.
A una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado;
era un reloj de sol mal encarado, 5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado,
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito, 10
las doce tribus de narices era;
érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.
A fugitivas sombras doy abrazos
A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.
Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.
Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.
Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.
Poderoso caballero es Don Dinero
Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esa otra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
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