Después de una fortuita caída acaecida hace un año, que me provocó rotura de cadera y me convirtió en anciana antes de tiempo, ingresé durante quince días en una Residencia de la Tercera Edad para recuperarme, sin molestar a mis familiares y ser atendida en todo momento que lo necesitase. Exactamente cuatro días habían pasado de mi intervención, pero como las camas de los hospitales están escasas, dan de alta alegremente a un recién operado y este se las tiene que arreglar con dinero o sin dinero para ser atendido ya que en el primer mes de ser operado uno está totalmente incapacitado en sus movimientos y necesita ayuda durante el día y la noche.
Las poesías que vienen a continuación brotaron allí mismo o unos días más tarde.
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