Protejámonos…

«Protejámonos de los símbolos
y de los sueños,
cubrámonos de las frustraciones
con una costra dura de realidad…»
GB

Castillos de Arena

Por qué no me dijiste que estabas construyendo
ese castillo de arena?

Hubiera sido tan hermoso
poder entrar por su pequeña puerta,
recorrer sus salados corredores,
esperarte en los cuartos de conchas,
hablándote desde el balcón
con la boca llena de espuma blanca y transparente
como mis palabras,
esas palabras livianas que te digo,
que no tienen más que el peso
del aire entre mis dientes.

Es tan hermoso contemplar el mar.

Hubiera sido tan hermoso el mar
desde nuestro castillo de arena,
relamiendo el tiempo
con la ternura
honda y profunda del agua,
divagando sobre las historias que nos contaban
cuando, niños, éramos un solo poro
abierto a la naturaleza.

Ahora el agua se ha llevado tu castillo de arena
en la marea alta.

Se ha llevado las torres,
los fosos,
la puertecita por donde hubiéramos pasado
en la marea baja,
cuando la realidad esta lejos
y hay castillos de arena
sobre la playa…

                                                     El ojo de la mujer,1992

Vestidos de dinamita

Me tengo que ir a comprar las pinturas con las que me disfrazo todos los días para que nadie adivine que tengo los ojos chiquitos – como de ratón o de elefante-. Estoy yéndome desde hace una hora pero me retiene el calor de mi cuarto y la soledad que, por esta vez, me está gustando y los libros que tengo desparramados en mi cama como hombres con los que me voy acostando, en una orgía de piernas y brazos que me levantan el desgano de vivir y me arañan los pezones, el sexo, y me llenan de un semen especial hecho de letras que me fecundan y no quiero salir a la calle con la cara seria cuando quisiera reír a carcajadas sin ningún motivo en especial más que este sentirme preñada de palabras, en lucha contra la sociedad de consumo que me llama con sus escaparates llenos de cosas inalcanzables y a las que rechazo con todas mis hormonas femeninas cuando recuerdo las caras gastadas y tristes de las gentes en mi pueblo que deben haber amanecido hoy como amanecen siempre y como seguirán amaneciendo hasta que no nos vistamos de dinamita y nos vayamos a invadir palacios de gobierno, ministerios, cuarteles… con un fosforito en la mano.

El ojo de la mujer, 1992

Gioconda Belli

Nació en Managua, Nicaragua, el 9 de diciembre de 1948.
Poeta y novelista, es una de las más reconocidas escritoras de la América Latina en la actualidad.
Se diplomó en Publicidad y Periodismo en Filadelfia, Estados Unidos.
Desde 1990 reside entre Estados Unidos y Nicaragua.
Entre otros galardones posee:
– Premio Casa de las Américas de Poesía, en 1978 por Línea de Fuego.
– Premio de Poesía Generación del 27, en 2002 por Mi íntima multitud.
– Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla, XXVIII Edición de 2006, por «Fuego soy apartado y espada puesta lejos».
Es Miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua, Miembro de PEN Club Internacional, y posee la Orden de las Artes y las Letras en el grado de Caballero que le otorgó el Ministerio de Cultura de Francia en 2013.
Fresca y vitalista, profundamente personal, tiene un estilo que escapa a cualquier corriente o escuela.
Erótica, feminista y revolucionaria, su voz sincera es un salto hacia el mundo.

Obra poética:

Sobre la grama, 1974
Línea de fuego, 1978
-Truenos y arco iris, 1882
-La costilla de Eva, 1987
El ojo de la mujer, 1992


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