1814-1873
Nació en Puerto Príncipe, Cuba, el 23 de marzo de 1814, aunque en su autobiografía figura 1816. Hija del capitán de navío Manuel Gómez de Avellaneda y de Felisa de Arteaga.
Ya en su juventud, por razones de salud, se trasladó a Santiago de Cuba, tras negarse a contraer matrimonio a sus 15 años. En abril de 1836 sale con su familia hacia Burdeos y de allí a La Coruña. En 1839 marcha a Sevilla y luego a Cádiz, donde escribe por vez primera en La Aureola, que dirigía Manuel Canete, con el seudónimo de La Peregrina.
María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga, Gertrudis Gómez de Avellaneda ,Santa María de Puerto Príncipe, Cuba, 23 de marzo de 1814 – Madrid, 1 de febrero de 1873, llamada cariñosamente «Tula» o «La Avellaneda», fue una novelista, dramaturga y poetisa española del Romanticismo. Se instaló en España a los veintidós años, donde comenzó a publicar y se dio a conocer con la novela Sab, considerada la primera novela antiesclavista (anterior incluso a Uncle Tom’s Cabin, la cabaña del tío Tom, de la escritora estadounidense Harriet Beecher Stowe).
Aquel año conoce a Ignacio Cepeda, del que se enamora y al que dedicará muchas de sus cartas durante años.
Admira a Mme. de Stael, Chateaubriand, Lamartine, W. Scott, y a Quintana y Lista entre los españoles. Al año siguiente, ya en Madrid, lee sus poemas en el Liceo y en 1841 publica su primer libro.
En diciembre de 1845 casa con Pedro Sabater, jefe político de Madrid, que fallece el 1 de agosto de 1846 en Burdeos. Ella se retira una breve temporada a un convento de aquella ciudad. Pocos meses más tarde reside ya en Madrid y escribe a Cepeda.
Por segunda vez contrae matrimonio con Diego Verdugo. Herido éste tras el estreno de Baltasar en abril de 1858, marcha a Cuba con su mujer y luego a Norteamérica y Francia, pero muere en 1863.
Regresa Gertrudis a Sevilla y luego a Madrid, donde al fallecer su amigo Juan Nicasio Gallego se la propone para ingresar, sin éxito, en la Academia Española, igual que sucederá años después a Pardo Bazán. Regresará a Sevilla, donde permanece hasta su muerte el 1 de Febrero de 1873.
Es considerada una de las precursoras de la novela hispanoamericana, junto a Juana Manso, Mercedes Marín, Rosario Orrego, Júlia Lopes de Almeida, Clorinda Matto de Turner, Juana Manuela Gorriti y Mercedes Cabello de Carbonera, entre otras. De formación neoclásica, fue valorada en su época como una de las figuras clave del romanticismo hispanoamericano. El tratamiento que dio a sus personajes femeninos la convirtieron en una de las precursoras del feminismo moderno. Entre su vasta obra, destaca su novela antiesclavista, Sab , 1841, su novela histórica, indianista Guatimozin, último emperador de Méjico, 1846 y Espatolino, su tercera novela. En ella denuncia la situación en que se encuentra el sistema penitenciario de entonces. Sus piezas teatrales Saúl (1849) y Baltasar (1858), considerada esta última como una de las obras maestras del teatro romántico.
Referentes como Margarita Nelken han reseñado sus obras, y entre sus coetáneos contó con la admiración de su amigo Alberto Lista y el político, orador y alcalde de Madrid Fermín Caballero. Tanto Juan Valera como Marcelino Menéndez y Pelayo fueron grandes admiradores de su obra, considerándola como una de las más grandes poetas de lengua castellana y refiriéndose a ella como «la poetisa más grande de los tiempos modernos».
Su poesía se ha comparado con la de Louise-Victorine Ackermann o la de Elizabeth Barrett Browning por su análisis de los estados emocionales derivados de la experiencia amorosa. Como se dijo, su poesía fue tratando cada vez más asuntos religiosos, especialmente a raíz de la muerte de Pedro Sabater y su enclaustramiento en La solitude de Martillac. Esta temática procuraba dar respuesta a uno de los temas constantes de su trayectoria literaria: el vacío espiritual, y el anhelo insatisfecho, ya expresado en un poema anterior a su boda con Pedro Sabater:
Yo como vos para admirar nacida, / yo como vos para el amor creada, / por admirar y amar diera mi vida, / para admirar y amar no encuentro nada.
En este sentido destacan los poemas «Dedicación de la lira de Dios», «Soledad del alma» o «La cruz», cuya métrica incluye un acertado cambio del endecasílabo al eneasílabo. En poemas como «La noche de insomnio y el alba» y «Soledad del alma» introdujo también innovaciones en el metro que anuncian la experimentación en esta faceta que llevó a cabo el modernismo. Así, en la obra de Gómez de Avellaneda se encuentran versos de trece sílabas con cesura tras la cuarta; de quince y de dieciséis sílabas, poco frecuentes en la poesía en español. También utilizó un verso alejandrino (de catorce sílabas) cuyo primer hemistiquio es octosílabo y el segundo hexasílabo, o donde el primero es pentasílabo y el segundo eneasílabo.
Legado
Mucho se ha discutido sobre la nacionalidad de esta escritora. Tanto Cuba como España la reclaman como suya. Cubanos y españoles la incluyen por igual en antologías y estudios dedicados a poetas de sus respectivos países.
Por otro lado, se la ha considerado la poeta romántica por excelencia; la heroína trágica que, siendo aclamada en público, fue terriblemente infeliz en su vida privada. Independientemente de que esa imagen esté basada en hechos reales, es evidente que ella la promovió en vida, y que muchos de sus admiradores y críticos posteriores contribuyeron a mantenerla después de su muerte. Además, gran parte de su obra es leída y analizada siempre desde una perspectiva biográfica, debido a la publicación póstuma de su correspondencia amorosa con Ignacio Cepeda, por lo que su biografía ha eclipsado en gran medida la importancia de su legado literario.
Lucía Guerra (1985), profesora de la Universidad de California, es una de las muchísimas escritoras que se tomaron la tarea de realizar un análisis e investigación de la novela, de su autora y de los acontecimientos que llevaron a Gertrudis Gómez de Avellaneda al estrellato:
“ La importancia de María Gertrudis de los Dolores Gómez de Avellaneda y Arteaga, queda impregnada en cada una de sus novelas y demás obras literarias, que de manera innegable dieron voz y soporte a la mujer, que poseyendo un rol casi inexistente pudo emerger y entablarse en el canon literario. Por tal motivo su obra ha sido ampliamente estudiada por muchos en pro de manifestar sus ideas a la contemporaneidad y perdurar su legado por muchísimo tiempo”
Citas de la autora
«Viuda, poeta, independiente por carácter, sin necesitar de nadie, ni nadie de mí…y con edad bastante para que no pueda pensar el mundo que me hacen falta tutores, es evidente que estoy en la posición más propia para hacer cuanto me dé la gana, sin más responsabilidad que la de dar cuenta a Dios y a mi conciencia: pero a pesar de todo sucede que no hay en la tierra persona que se encuentre más comprimida que yo, y en un círculo más estrecho».
«Desde muy niña hacía versos, y aún novelas, que tenían por protagonistas gigantes y vampiros, pero mi pasión era el teatro. En vano mi madre empleaba hasta el rigor para hacerme aprender el dibujo y la música a que era ella muy aficionada».
«Desde entonces mi amor al teatro se hizo una pasión absoluta[…] No teniendo tragedias que leer, yo comencé a crearlas. Improvisaba con mis amigas tremendas escenas de pasión, de muerte, y más de una vez, me posesionaba de tal modo, que después de uno de aquellos exabruptos poéticos caía en cama con calentura».
Autobiografía y cartas, 1914
Fuente: wikipedia.
Obra poética:
• Poesías, 1841
• El héroe de Bailén, 1852
• Obras literarias, dramáticas, poéticas, 1871
• Antología: poesías y cartas amorosas, 1954
• Epistolario inédito, 1841-1871, 1959
Poesía seleccionada:
Al partir
¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
la noche cubre con su opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.
¡Voy a partir!… La chusma diligente,
para arrancarme del nativo suelo
Ias velas iza, y pronta a su desvelo
la brisa acude de tu zona ardiente.
¡Adiós!, ¡patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
tu dulce nombre halagará mi oído!
¡Adiós!… Ya cruje la turgente vela…
¡El anda se alza… El buque, estremecido,
Ias olas corta y silencioso vuela!
A Él
No existe lazo ya: todo está roto:
plúgole al cielo así: ¡bendito sea¡
Amargo cáliz con placer agoto:
mi alma reposa al fin: nada desea.
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡nunca, si fuere error, la verdad mire!
Que tantos años de amarguras llenos
trague el olvido: el corazón respire.
Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
una vez y otra vez pisaste insano…
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
para acusar tu proceder tirano.
De graves faltas vengador terrible,
dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
No era tuyo el poder que irresistible
postró ante ti mis fuerzas vencedoras.
Quísolo Dios y fue: ¡ gloria a su nombre!
Todo se terminó, recobro aliento:
¡Ángel de las venganzas!, ya eres hombre…
ni amor ni miedo al contemplarte siento.
Cayó tu cetro, se embotó tu espada…
Mas, ¡ay!, cuán triste libertad respiro…
Hice un mundo de ti, que hoy se anonada
y en honda y vasta soledad me miro.
¡Vive dichoso tú! Si en algún día
ves este adiós que te dirijo eterno,
sabe que aún tienes en el alma mía
generoso perdón, cariño tierno.
A las estrellas
Reina el silencio: fúlgidas en tanto
Luces de paz, purísimas estrellas,
De la noche feliz lámparas bellas,
Bordáis con oro su luctuoso manto.
Duerme el placer, mas vela mi quebranto,
Y rompen el silencio mis querellas,
Volviendo el eco, unísono con ellas,
De aves nocturnas el siniestro canto.
¡Estrellas, cuya luz modesta y pura
Del mar duplica el azulado espejo!
Si a compasión os mueve la amargura
Del intenso penar por que me quejo,
¿Cómo para aclarar mi noche oscura
No tenéis ¡ay! ni un pálido reflejo?
Al sol en un día de diciembre
Reina en el cielo. ¡Sol!, reina, e inflama
con tu almo fuego mi cansado pecho!
sin luz, sin brío, comprimido, estrecho,
un rayo anhela de tu ardiente llama.
A tu influjo feliz brote la grama;
el hielo caiga a tu fulgor deshecho:
¡Sal, del invierno rígido a despecho,
rey de la esfera, sol: mi voz te llama!
De los dichosos campos do mi cuna
recibió de tus rayos el tesoro,
me aleja para siempre la fortuna:
bajo otro cielo, en otra tierra lloro,
donde la niebla abrúmame importuna…
¡Sal rompiéndola, sol, que yo te imploro!
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