Blanca Varela

1926-2009

Blanca Leonor Varela Gonzales (Lima, 10 de agosto de 1926-Ib, 12 de marzo de 2009), fue una poetisa peruana, considerada como una de las voces poéticas más importantes del género en América Latina.
Vivió en Puerto Supe. Se inició en poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en la capital peruana, donde ingresó en 1943, para estudiar Letras y Educación. En esta universidad conoce a Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, y a quien sería su futuro esposo, el pintor Fernando de Szyszlo, con quien tuvo dos hijos.
A partir de 1947, empezó a colaborar en la revista Las Moradas que dirigía Emilio Adolfo Westphalen. En 1949 llegó a París, donde entrará en contacto con la vida artística y literaria del momento, guiada por Octavio Paz, quien la vinculó con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.[cita requerida]
De esta etapa data su amistad con Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux, Alberto Giacometti, Léger, Tamayo y Carlos Martínez Rivas, entre otros.
Después de su larga temporada en París, Varela vivió en Florencia y luego en Washington, ciudades donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales trabajos periodísticos.
En 1962, regresa a Lima para establecerse definitivamente y cuando viaja suele hacerlo principalmente a los Estados Unidos, España y Francia.
El hecho que algunas de sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y ruso implica un reconocimiento a su obra fuera de las fronteras de su país natal. A diferencia de otros escritores, Blanca Varela no acostumbraba a dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien escasas y discretas.
Ha sido condecorada con la Medalla de Honor por el Instituto Nacional de Cultura del Perú.
Murió el 12 de marzo de 2009 en Lima, a la edad de 82 años.

Obra poética:
Ese puerto existe. Prólogo de Octavio Paz. Xalapa, Veracruz (México), Universidad Veracruzana, 1959.
Luz de día. Lima, Ediciones de La Rama Florida, 1963.
Valses y otras falsas confesiones. Lima. Instituto Nacional de Cultura, 1972.
Canto villano. Lima, Ediciones Arybalo, 1978.
Canto villano (Poesía reunida, 1949-1983). Prólogo de Roberto Paoli. México, Fondo de Cultura Económica, 1986.
Camino a Babel (Antología). Prólogo de Javier Sologuren. Lima, Municipalidad de Lima Metropolitana, 1986.
Ejercicios materiales. Lima, Jaime Campodónico editor, 1993.
El libro de barro. Madrid, Ediciones del Tapìr, 1993.
• Poesía escogida 1949-1991. Prólogo de Jonio González. Barcelona, Icaria Editorial, 1993.
Canto villano (Poesía reunida, 1949-1994). Prólogos de Octavio Paz, Roberto Paoli y Adolfo Castañón. Nueva edición, aumentada. México, Fondo de Cultura Económica, 1996.
Como Dios en la nada (Antología 1949-1998). selección y prólogo de José Méndez. Madrid, Visor Libros, 1999.
Concierto animal. Valencia-Lima, Pre-Textos/PEISA, 1999.
Donde todo termina abre las alas (Poesía reunida, 1949-2000).Prólogo de Adolfo Castañón y Epílogo de Antonio Gamoneda. Barcelona, Galaxia Gutemberg /Círculo de Lectores, 2001. Nota: incluye su último poemario, El falso teclado (2000), que no se publicaría como libro independiente hasta 2016 .
Poesía reunida, 1949-2000. Epílogos de Ana María Gazzolo y Giovanna Pollarolo. Lima, Casa de cuervos y Sur librería anticuaria, 2016.

Fuente: wikipedia

Poemas de: Poesía reunida. Galaxia Gutenberg. Círculo  de Lectores,  2001.

Selección poética:

Palabras para un canto

¿Cómo fue ayer aquí?
Sólo hemos alcanzado estos restos,
el vaso que ilumina con su lejano y obstinado silencio,
el pájaro herido en el esmalte al alcanzar el fruto.

Llegamos con la puntual indiferencia del nuevo día
saltando sobre la desgracia con precisión de atletas.
Hemos dormido bajo las estrellas
hemos perdido el tiempo.
Parcas, Ancon,Chavín de Huantar.
Esas son las palabras del canto.

¿Cómo fue ayer aquí?
No hablemos de dolor entre ruinas.
Es más que la palabra,
en el aire de todas las palabras,
el aliento humano hecho golpe en la piedra,
sangre en la tierra,
color en el vacío.

Yace aquí,
entre tumbas sin nombre,
escrito en el harapo deslumbrante,
roja estrella en el fondo del cántaro.

Por el mismo camino del árbol y la nube,
ambulando en el círculo roído por la luz y el tiempo.
¿De qué perdida claridad venimos?

Luz de día, 1963

Nadie nos dice 

Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta

El falso teclado, 2016

Casa de cuervos

porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

Ejercicios materiales, 1993

Claroscuro

yo soy aquella
que vestida de humana
oculta el rabo
entre la seda fría
y riza sobre negros pensamientos
una guedeja
todavía oscura

o no lo soy aquí
sino en el aire nublado del espejo
mirada ajena mil veces ensayada
hasta ser la ceguera

la indiferencia el odio
y el olvido
en la fronda de sombras y de voces
me acosan y rechazan

la que fui
la que soy
la que jamás seré
la de entonces

entronizada entre el sol y la luna
entronizada
me contempla la muerte
en ese espejo
y me visto frente a ella
con tan severo lujo
que me duele la carne
que sustento
la carne que sustento y alimenta
al gusano postrero
que buscará en las aguas más profundas
dónde sembrar
la yema de su hielo

como en los viejos cuadros
el mundo se detiene
y termina
donde el marco se pudre

Ejercicios materiales, 1993


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