Pablo Neruda

   1904-1973

Pseudónimo de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 12 de julio de 1904-Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973), fue un poeta y político chileno.

Neruda es considerado entre los más destacados e influyentes artistas de su siglo; además de haber sido senador de la república chilena, miembro del Comité Central del Partido Comunista (PC), precandidato a la presidencia de su país y embajador en Francia. Entre sus múltiples reconocimientos, destacan el Premio Nobel de Literatura en 1971 y un doctorado honoris causa por la Universidad de Oxford.

El escritor Gabriel García Márquez se refirió a él como «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma» y el crítico literario Harold Bloom señaló: «ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él»,  quien lo considera uno de los veintiséis autores centrales del canon de la literatura occidental de todos los tiempos.​

Publicadas en vida:

  • Crepusculario. Santiago, Ediciones Claridad, 1923.
  • Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Santiago, Editorial Nascimento, 1924.
  • Tentativa del hombre infinito. Santiago, Editorial Nascimento, 1926.
  • El habitante y su esperanza. Novela. Santiago, Editorial Nascimento, 1926.
  • Anillos. Santiago, Editorial Nascimento, 1926. (Prosa poética de Pablo Neruda y Tomás Lago.)
  • El hondero entusiasta. Santiago, Empresa Letras, 1933.
  • Residencia en la Tierra (1925–1931). Madrid, Ediciones del Árbol, 1935.
  • España en el corazón. Himno a las glorias del pueblo en la guerra: (1936–1937). Santiago, Ediciones Ercilla, 1937.
  • Nuevo canto de amor a Stalingrado. México, 1943.
  • Tercera residencia (1935–1945). Buenos Aires, Losada, 1947.
  • Canto general. México, Talleres Gráficos de la Nación, 1950.
  • Los versos del capitán. Imprenta L’Arte Tipografica, Napoli, 1952
  • Todo el amor. Santiago, Editorial Nascimento, 1953.
  • Las uvas y el viento. Santiago, Editorial Nascimento, 1954.
  • Odas elementales. Buenos Aires, Editorial Losada, 1954.
  • Nuevas odas elementales. Buenos Aires, Editorial Losada, 1955.
  • Tercer libro de las odas. Buenos Aires, Losada, 1957.
  • Estravagario. Buenos Aires, Editorial Losada, 1958.
  • Navegaciones y regresos Buenos Aires, Editorial Losada, 1959.
  • Cien sonetos de amor. Santiago, Editorial Universitaria, 1959.
  • Canción de gesta. La Habana, Imprenta Nacional de Cuba, 1960.
  • Poesías: Las piedras de Chile. Buenos Aires, Editorial Losada, 1960.Las Piedras de Pablo Neruda
  • Cantos ceremoniales. Buenos Aires, Losada, 1961.
  • Memorial de Isla Negra. Buenos Aires, Losada, 1964. 5 volúmenes.
  • Arte de pájaros. Santiago, Ediciones Sociedad de Amigos del Arte Contemporáneo, 1966.
  • Fulgor y muerte de Joaquín Murieta. Santiago, Zig-Zag, 1967. La obra fue escrita con la intención de servir de libreto para una ópera de Sergio Ortega.
  • La Barcarola. Buenos Aires, Losada, 1967.
  • Las manos del día. Buenos Aires, Losada, 1968.
  • Comiendo en Hungría. Editorial Lumen, Barcelona, 1969. (En coautoría con Miguel Ángel Asturias)
  • Fin del mundo. Santiago, Edición de la Sociedad de Arte Contemporáneo, 1969. Con Ilustraciones de Mario Carreño, Nemesio Antúnez, Pedro Millar, María Martner, Julio Escámez y Oswaldo Guayasamín.
  • Aún. Editorial Nascimento, Santiago, 1969.
  • Maremoto. Santiago, Sociedad de Arte Contemporáneo, 1970. Con Xilografías a color de Carin Oldfelt Hjertonsson.
  • La espada encendida. Buenos Aires, Losada, 1970.
  • Las piedras del cielo. Editorial Losada, Buenos Aires, 1970.
  • Discurso de Estocolmo. Alpignano, Italia, A. Tallone, 1972.
  • Geografía infructuosa Buenos Aires, Editorial Losada, 1972.
  • La rosa separada. Éditions du Dragon, París, 1972 con grabados de Enrique Zañartu.
  • Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena. Santiago, Empresa Editora Nacional Quimantú, Santiago, 1973.
  • Geografía de Pablo Neruda. Editorial Aymá, Barcelona, 1973. Glosas autógrafas de Neruda, Fotos de Sara Facio y Alicia D’Amico.

Selección de poemas:

PARA MI CORAZÓN basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío a las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto, como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran
y huyen pájaros que dormían en tu alma.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada, 1924

PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Veinte poemas de amor y una canción desesperada, 1924

PATRIA, mi patria, vuelvo hacia ti la sangre.
Pero te pido, como a la madre el niño
lleno de llanto.
Acoge
esta guitarra ciega
y esta frente perdida.
Salí a encontrarte hijos por la tierra,
salí a cuidar caídos con tu nombre de nieve,
salí a hacer una casa con tu madera pura,
salí a llevar tu estrella a los héroes heridos.

Ahora quiero dormir en tu substancia.
Dame tu clara noche de penetrantes cuerdas,
tu noche de navío, tu estatura estrellada.

Patria mía: quiero mudar de sombra.
Patria mía: quiero cambiar de rosa.
Quiero poner mi brazo en tu cintura exigua
y sentarme en tus piedras por el mar calcinadas,
a detener el trigo y mirarlo por dentro.

Voy a escoger la flora delgada del nitrato,
voy a hilar el estambre glacial de la campana,
y mirando tu ilustre y solitaria espuma
un ramo litoral tejeré a tu belleza.

Patria, mi patria
toda rodeada de agua combatiente
y nieve combatida,
en ti se junta el águila al azufre,
y en tu antártica mano de armiño y de zafiro
una gota de pura luz humana
brilla encendiendo el enemigo cielo.

Guarda tu luz, oh patria!, mantén
tu dura espiga de esperanza en medio
del ciego aire temible.
En tu remota tierra ha caído toda esta luz difícil,
este destino de los hombres
que te hace defender una flor misteriosa
sola, en la inmensidad de América dormida.

Himno y regreso, 1939

Que despierte el leñador


Yo aquí me despido, vuelvo
a mi casa, en mis sueños,
vuelvo a la Patagonia en donde
el viento golpea los establos
y salpica hielo el Océano.
Soy nada más que un poeta : os amo a todos,
ando errante por el mundo que amo :
en mi patria encarcelan mineros
y los soldados mandan a los jueces.
Pero yo amo hasta las raíces
de mi pequeño país frío.
Si tuviera que morir mil veces
allí quiero morir :
si tuviera que nacer mil veces
allí quiero nacer,
cerca de la araucaria salvaje,
del vendaval del viento sur,
de las campanas recién compradas.
Que nadie piense en mí.
Pensemos en toda la tierra,
golpeando con amor en la mesa.
No quiero que vuelva la sangre
a empapar el pan, los frijoles,
la música : quiero que venga
conmigo el minero,
el abogado, el marinero,
el fabricante de muñecas,
que entremos al cine y salgamos
a beber el vino más rojo.

Yo no vengo a resolver nada.

Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.

Canto General IX, 1950


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