Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos

Obra de Pedro Soto de Rojas, 1652, título fragmentado para la Antología de la poesía en lengua española de los siglos XVI y XVII.

PARAÍSO CERRADO

Luis de Góngora y Argote nació en Córdoba, España, en el año 1561 y falleció en 1627. Se lo recuerda por haber sido uno de los poetas más trascendentes del siglo XVI. Máximo exponente del culteranismo o gongorismo.
El culteranismo busca la oscuridad a través de acumulación de referencias mitológicas, metáforas, hipérboles, juegos de palabras, cultismos y todo tipo de recursos literarios.
Su obra será imitada a lo largo de los siglos en Europa y América. Como si se tratara de un clásico latino, sus obras fueron objeto de exégesis ya en su misma época.
Algunas de las características más destacables de su escritura son el tinte satírico y humorístico, fue uno de los precursores de la unificación de ambos registros, que hasta ese momento se utilizaban por separado. Entre sus obras pueden destacarse Soledades y Fábula de Polifemo y Galatea. Cabe mencionar que debido a sus ideas contrarias al conservadurismo, sufrió la enemistad e incomprensión de muchos; sin embargo, esa misma forma de encarar la literatura, tan fresca y novedosa, también lo convirtió en uno de los autores más nombrados del Barroco.
La Generación del 27, cuyo nombre hace alusión al año en el que falleció, reúne a poetas de la talla de Federico García Lorca, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre.

Poemas:
Se suele agrupar su poesía en dos bloques, poemas menores y mayores, correspondientes a dos líneas paralelas correspondientes a un estilo sencillo, popular y a otro culto. En su juventud, Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico, algunos de ellos de carácter autobiográfico en los que narra sus recuerdos infantiles, y también numerosas letrillas líricas, satíricas o religiosas y romances burlescos. Entre ellos se sitúa el largo romance:

Fábula de Píramo y Tisbe, 1618


Junto a estos poemas, a lo largo de su vida, Góngora no dejó de escribir perfectos sonetos sobre todo tipo de temas (amorosos, satíricos, morales, filosóficos, religiosos, de circunstancias, polémicos, laudatorios, funerarios), auténticos objetos verbales autónomos por su intrínseca calidad estética y donde el poeta cordobés explora distintas posibilidades expresivas del estilo que está forjando o llega a presagiar obras venideras, como el famoso «Descaminado, enfermo, peregrino…», que anuncia las Soledades. Entre los tópicos usuales (carpe diem, etc.) destacan, sin embargo, como de más trágica grandeza los consagrados a revelar los estragos de la vejez, la pobreza y el paso del tiempo por el poeta, que son los últimos: «Menos solicitó veloz saeta…», «En este occidental, en este, ¡Oh Licio!…» etc.

Fábula de Polifemo y Galatea, 1613 .
Soledades,1613
Panegírico al duque de Lerma, 1617

Algunos de sus romances y sonetos fueron divulgados por el cantautor Paco Ibáñez, en la década de los 60,-70. Entre ellos:
-Verdad, mentira
-Y ríase la gente
-La más bella niña
-Hermana Marica
-Es amarga la verdad
-Déjame en paz, amor tirano
-El lagarto está llorando

Entre su poesía menor se encuentran letrillas, en endecha, romances. Son formas de poesía casi desnudas. Es de este tipo la que viene ahora, interpretada asimismo por el cantautor aludido antes.

– Dejadme llorar orillas del mar

La más bella niña
De nuestro lugar,
Hoy viuda y sola
Y ayer por casar,
Viendo que sus ojos
A la guerra van,
A su madre dice,
Que escucha su mal:

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Pues me distes, madre,
En tan tierna edad
Tan corto el placer,
Tan largo el pesar,
Y me cautivastes
De quien hoy se va
Y lleva las llaves
De mi libertad,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

En llorar conviertan
Mis ojos, de hoy más,
El sabroso oficio
Del dulce mirar,
Pues que no se pueden
Mejor ocupar,
Yéndose a la guerra
Quien era mi paz,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

No me pongáis freno
Ni queráis culpar,
Que lo uno es justo,
Lo otro por demás.
Si me queréis bien,
No me hagáis mal;
Harto peor fuera
Morir y callar,

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Dulce madre mía,
¿Quién no llorará,
Aunque tenga el pecho
Como un pedernal,
Y no dará voces
Viendo marchitar
Los más verdes años
De mi mocedad?

Dejadme llorar
Orillas del mar.

Váyanse las noches,
Pues ido se han
Los ojos que hacían
Los míos velar;
Váyanse, y no vean
Tanta soledad,
Después que en mi lecho
Sobra la mitad.

Dejadme llorar
Orillas del mar.


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