Le désir de peindre

Malheureux peut-être l´homme, mais heureux l´artiste que le désir déchire¡

Je brûle de peindre celle qui m´est apparue si rarement et qui a fui si vite,

comme une   belle chose regrettable derrière le voyageur emporté dans la nuit.

Comme il y a longtemps déjà qu´elle a disparu !

Elle est belle, et plus que belle; elle est surprenante. En elle le noir abonde : et

tout ce qu´elle inspire est nocturne et profond. Ses yeux sont deux antres où

scintille vaguement le mystère, et son regard illumine comme éclair : c´est une

explosion dans les ténèbres.

Je la comparerais à un soleil noir, si l´on pouvait concevoir un astre noir versant

la lumière et le bonheur. Mais elle fait plus volontiers penser à la lune, qui sans

doute l´a marquée de sa redoutable influence ; non pas la lune blanche des

idylles, qui ressemble à une froide mariée, mais la lune sinistre et enivrante,

suspendue au fond d´une nuit orageuse et bousculée par les nuées qui

courent ; non pas la lune paisible et discrète visitant le sommeil des hommes

purs, mais la lune arrachée du ciel, vaincue et révoltée, que les Sorcières

thessaliennes contraignent durement à danser sur l´herbe terrifiée !

Dans son petit front habitent la volonté tenace et l´amour de la proie.

Cependant, au bas de ce visage inquiétant, où des narines mobiles aspirent

l´inconnu et l´impossible, éclate, avec une grâce inexprimable, le rire d´une

grande bouche, rouge et blanche, et délicieuse, qui fait rêver au miracle d´une

superbe fleur éclose dans un terrain volcanique,…

 

 

                                                         Petits poèmes en prose, XXXV, 1862

 

 

 

El deseo de pintar

 

¡Infeliz tal vez el hombre, pero feliz el artista a quien el deseo desgarra!

Ardo en deseos de pintar a la que se me apareció raras veces y que huyó tan veloz, como algo bello que se añora tras el viajero arrebatado por la noche. ¡Cuánto tiempo hace ya que desapareció!

Ella es bella y más que bella; es sorprendente. En ella abunda lo negro: todo lo que inspira es nocturno y profundo. Sus ojos son dos astros donde centellea vagamente el misterio, y su mirada ilumina como el relámpago: es una explosión en las tinieblas.

La compararía a un sol negro si se puede concebir un astro negro proyectando luz y dicha. Pero ella hace pensar de buena gana en la luna, que sin duda la marcó con su terrible influjo; no la luna blanca de los idilios, que se asemeja a una fría desposada, sino la luna siniestra y embriagante, suspendida en el fondo de una noche tormentosa y zarandeada por los nubarrones que corren; no la luna apacible y discreta que visita el sueño de los hombres puros, sino la luna arrancada del cielo, vencida y rebelde, que las Hechiceras tesalianas obligaban a danzar sobre la hierba aterrorizada!

En su minúscula frente habitan la voluntad tenaz y el amor de la presa. No obstante, bajo este rostro inquietante, donde unas narinas móviles aspiran lo desconocido y lo imposible, estalla con una gracia inexpresable, la risa de una gran boca, roja y blanca, y deliciosa, que hace soñar con el milagro de una imponente flor despuntada sobre un terreno volcánico

 

 

Pequeños poemas en prosa 1862,

XXXVI

Traducción: Stella Maris

 


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *