Ella se acuesta, suspira, clama su nombre dulcemente y se le humedecen sus ojos por completo. Piensa que el amor sentido por él, es también cuestión de piel. Le gustaría acariciarlo por todas partes, sin límites, sin metas, como podría haberlo hecho en otra época, pero con una gran diferencia: ahora lo disfrutaría mejor, pues sabe algo más de su cuerpo y una pizca de su alma.
Asimismo se pregunta cómo puede desearlo tanto, a él y a ese rostro surcado de arrugas, cómo es posible tanta cantidad de ternura en sus manos que acarician de otra manera. Él no lo sabe, mas le ha desvelado sentimientos nuevos que ella debía de tener guardados en un lugar recóndito de su corazón…
(Fragmento)
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